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La vida me ha mostrado que todo es danza: luz y sombra, presencia y ausencia, búsqueda y hallazgo. En esa danza me reconozco, y desde ahí te comparto mi camino… para que también tú recuerdes el tuyo.
Este espacio nace para quien siente la llamada de volver a su centro, a esa calma donde el cuerpo respira y el corazón recuerda. Para quien atraviesa cambios, despedidas o comienzos, y desea sostén en lo profundo. Y también quien intuye que la alegría y la presencia no son aprendidas; se despiertan cuando nos encontramos y celebramos la vida.
Aquí no hay fórmulas ni expectativas. Es un espacio para Ser, donde la música y el silencio se entrelazan, y el movimiento abre la puerta a lo que ya habita en ti. Lo que surge es confianza, un corazón que se abre, la posibilidad de mirarte sin juicio y de danzar la vida con más ligereza. Todo se da de manera orgánica: recordando juntos lo esencial.
Acompaño desde la presencia y la escucha, sosteniendo cada proceso con suavidad y respeto. Me apoyo en el cuerpo, en la respiración y en la danza, porque ahí reside la memoria viva de la creación. Todo se da de manera orgánica, a tu propio ritmo: recordando juntos lo esencial.
Mi camino de vida ha estado marcado por la búsqueda y el encuentro. Ya más de tres décadas he sido iniciada en diversas terapias energéticas y chamánicas, en la práctica del yoga y meditación. Cada experiencia me ha ido mostrando un pedacito del mapa interior hasta que la Biodanza me encuentra. Y se convierte en una gran maestra: un modo de habitar el cuerpo como templo sagrado, donde cada célula guarda la memoria de la creación.
A lo largo de estos años acompaño a grupos, familias y procesos vitales muy diversos. La maternidad de los dos hijos y la llegada de los nietos abren mi sensibilidad de acompañar la vida que nace. De ahí surge la formación como doula y la creación de propuestas que abrazan tanto la maternidad consciente como la danza integrativa.
También atravieso pérdidas profundas, como la muerte de mi compañero de vida. Esos tránsitos me inician en otra dimensión del amor y me enseñan a regresar, una y otra vez, al hogar interior. Hoy puedo decir que ya no busco fuera: la vida me encuentra, y desde ahí comparto lo que soy y lo que me sostiene.